Mientras leía las entradas de los otros solteros y viendo el tema de la semana vino a mi mente una de las conversaciones que normalmente tuve, tengo y tendré con mi padre:
Yo: Papá, estoy saliendo con una chica
Mi padre: ¿Así? Oye ¿estás usando jebe, no? Ten cuidado ah, doble poncho por favor, no te cagues la vida.
Y es que a mi padre no le interesa de dónde es la chica con la que su querido hijo sale, no le interesa como se llama, ni qué estudia, ni dónde trabaja, nada; a él lo único que le importa es que use jebe y de preferencia dos.
Y no es que mi padre suela tener ese lenguaje "achorao" de pura jerga, yo sé que lo hace con el fin de tener cierta confianza para conmigo, sobre todo en estos casos donde como tema de por medio hay una mujer.
Eso también me hace pensar en que, quizás, yo le cagué la vida a mi padre, no sé, tantas son las veces que me habla de ello (que me cuide, que no sea huevón, etc.) que, sinceramente, lo he llegado a pensar, y en su momento se lo pregunté; la respuesta por parte de él fue clara y concisa: lo único que quiero es que estudies y seas alguien en la vida, después, ten los hijos que quieras y puedas mantener por tus propios medios.
Yo sé que mi padre quiere lo mejor para mí y se preocupa de lo que éste pechito haga con su vida, pero me parece una exageración eso de que si tengo un hijo a estas alturas -porque metí la pata (previo a meter la pata, he tenido que meter algo más)- quedaré sentenciado de por vida.
Lo más cercano a ser padre lo viví hace un año atrás, fue con la última chica con la que estuve, estaba enamorado de ella y la quería muchísimo. Un día en pleno almuerzo me dijo la frase que quizá, para muchos hombres, es la peor frase que te pueden decir: "no me viene mi período". En ese momento sentí una alegría inmensa por dentro de la cual yo mismo me sorprendí, porque cuando uno está templado de alguien, nada lo hace más feliz que saber que tendrá un hijo con la mujer que tanto ama. Aún debíamos esperar unos días más para estar seguro de ello, pero yo ya me proyectaba a los primeros meses de embarazo, a las pataditas, a las visitas al ginecólogo; es más tanta fue mi proyección que llegué a imaginarme en la sala de parto recibiendo al que sería mi hijo, dándole su biberón, palmoteándole su espalda para que bote su chanchito, su primera palabra, todo. Y por otro lado también era conciente de lo que se venía: una mayor responsabilidad y toda la preocupación que uno siente porque todo salga bien.
Luego de muchos días de espera estábamos sentados en un bar y fue ahí donde ella me miró fijamente a los ojos, alzó su chop y me dijo: "Hoy me vino, así que no vamos a ser papás, salud por eso, mi amor". Y fue ahí donde todas mis proyecciones se fueron al tacho, y fue ahí donde sentí cierto alivio, el alivio al saber que no sería padre tan joven. Luego del brindis -para continuar con el festejo- hicimos el amor.
Y voy a lo siguiente: No es que tenga ganas de ser padre. Tampoco es que, si llega la oportunidad de serlo en un momento inesperado, decida no tenerlo. El abortar es de cobardes, tanto para el hombre como para la mujer.
Y pensar que hace años decía que no iba a tener hijos. Nunca. Y ahora, varios años después, me parece que tener un hijo es algo maravilloso que me gustaría vivir. Eso sí, como dice Rubén Blades en una de sus canciones: "que saque la paciencia de la madre y cara del papá".
Pero todo a su tiempo.
Según lo que me contaron, mi padre escuchaba esta canción cuando yo andaba en la panza de mi madre.
El Nacimiento de Ramiro - RUBEN BLADES
Ps. Este es el primer post que escribo como soltero de este rincón. Espero que esté a la altura del resto.
