Rincón para Solteros

Por lo que pude ver en los otros post y en las respuestas de la encuesta de esta semana, parece ser que para muchos de nosotros la célebre frase te quiero, pero como amigo o alguna de sus múltiples y siempre creativas variantes, es casi una patada en los testículos -no quise decir huevos en mi primer post-.

Es tal el grado de repulsión, rechazo, incomodidad, malestar, desánimo, inseguridad, asco y demás -mucho más- que pueden generar estas palabras, que algunos sucumben ante esta inclemente avalancha de sentimientos encontrados y terminan por concluir certeramente que han caído a lo más bajo.

Por qué esta estúpida que me vuelve loco no se da cuenta de que yo soy el hombre para ella. Por qué –carajo- tiene ese cojudísimo afán de intentar cambiar a las porquerías de patas con los que decide estar. Por qué no se da cuenta de que yo la puedo hacer feliz y que no tiene que cambiarme. Ya estoy ya. Yo mismo soy. Por qué le encanta complicarse la vida. Carajo.

Con algo de tiempo y autoconvenciéndose metódicamente –a manera de terapia- de que la flaca en realidad no era la gran cosa, algunos pueden superar esta, por demás, desagradable experiencia. Sin embargo, no todos lo logran. Hay quienes desarrollan un trauma tal que no volverán a caerle a una chica a menos que previamente algún amigo en común funja de celestina y estén casi seguros de que está vez no escucharán la maldita frase. Otros simplemente deciden olvidarse de las mujeres por un tiempo. Aunque, a decir verdad, muchos de estos terminan por darse cuenta de que en realidad nunca les gustaron. Esta secuela cada vez se vuelve más común. Pero el peor de los casos es sin duda el de aquellos que, muchos años después y creyendo que ya superaron el fiasco, inconcientemente buscan una manera de enfrentar y librarse de ese fantasma que aguarda y acecha sigilosamente, aquel delgado hilo de agua helada que desciende desde la nuca hasta la espalda media y que los hace sentir nuevamente susceptibles, débiles e inseguros. Escriben, hablan del tema a manera de anécdota, hacen chistes y hasta crean blogs con la esperanza de encontrar a otros que hayan compartido su misma suerte.

Sin embargo, a pesar del desastroso efecto que puede causar en nuestra salud mental y emocional que nos rechacen con esas palabras, a pesar de los traumas y la avalancha de sentimientos encontrados, ¿somos verdaderamente capaces de afrontar la realidad?, ¿somos lo suficientemente hombres para encarar el descarnado significado de esa frase?

Te quiero, pero como amigo es un completo eufemismo. Es una manera supuestamente sutil y bonita de decir no me gustas; para mi no eres un hombre, eres una amiga; eres feo; tienes granos; eres gordo; eres un flacuchento; eres un enano; me das risa; eres un idota; apestas; no estaría contigo ni cagando; entre muchas otras. Unas más suaves, otras más duras, según el caso; pero todas con una misma verdad: no pasa nada con nosotros.

No obstante, la respuesta a esas interrogantes es por supuesto que sí. Somos lo suficientemente hombres para encarar todo eso y -así no lo seamos- preferimos mil veces que nos digan que somos unos monstruos de mi mierda mal olientes y estúpidos, antes de que la chica por la que nos morimos nos compadezca y sienta la necesidad de consolarnos diciéndonos te quiero, pero como amigo. No queremos su compasión, ni su lástima. Somos capaces de resistir eso y más. Además, de todas formas siempre está la posibilidad de hacernos de los servicios de una celestina, renunciar a las mujeres o hacer un blog para solteros. Qué se habrán creído.